Besos de muerte


En aquel drama

los besos que él le daba

eran cristales

que tatuaban su piel

de remolacha.

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Infiel

  


 Miró el reloj y era muy tarde

no lo esperó y se acostó

suspiró tranquila y se durmió

pues ella sabía

que los maridos fieles se van de putas

y los infieles se van de casa.

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Por el interés...




Era de casta pudiente
tierra fecunda y rostro feroz
más fea si cabe no la había.

—Te amo, le susurraba él postrado a sus pies 
mientras besaba con fulgor aquella nalga enjuta y dura.

Luego casado con ella
no sabía qué más odiaba de ella
si su piel cetrina y el caviar de su boca
o su lengua tediosa de manos gentiles
o más aún el tacto hostil de sus senos
más si cabe
su poder, dinero y su tierra fecunda
y su entrepierna gemía por piernas impías.
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