Quisiera ser el tacto sutil de la sabana que cubre tu piel,
y arroparte cada noche con mi mirada, mientras tú, caes en los brazos de Morfeo.
Quisiera ser el viento en tu pelo; ese que alborota tus cabellos.
Quisiera ser la brisa; esa que acaricia tu cara, mientras, tú recorres los senderos de esta vida.
Tal vez llegué, demasiado pronto o tarde a tu vida, ya no hay lugar para mí,
besar tus labios fue un sueño, tocar tu piel un espejismo.
Pues no hay lugar, ni momento, ni hora,
la hoguera se quemó y mis deseos arden ya,
el fuego fue apagado por las tormentas.
Vuelan las pavesas atravesando el cielo y el mar,
caen ellas; grises y amargas sobre la tierra y lo empañan todo,
y bajo el sol de este verano se hielan mis lágrimas.
Un frío invernal se posó en mi alma.
©Belinda