Ya no está




Soñé tu mano en la mía
y tu voz era caricia en la lejanía,
por caminos extraños
sentí el latido del miedo aullando.

Solitaria y angustiada te llamé,
la Luna entonces me mostró tu halo
y tu sombra era mi compañía,
y tus huellas eran mi guía.

Salieron al paso del sendero,
dudas, temores y muchos pesares,
yo, temblando, pisaba las hojas muertas,
los árboles crujían y sus raíces me retenían.

Y mi vida cayó a tus pies,
me aferré a tu mano
y por un instante te sentí mío.
©Belinda

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