El iniciado contempló la herida estupefacto,
su reflejo traspasó su mente y se vio.
No era Narciso pero se amó
y como árbol en busca de simiente
tomó forma cuando el loco desafiante
se aposentó en el umbral de su vida
y al son de su batuta
la dicha, la locura y la genialidad,
entraron en su corazón apagado
filtrándose rayos irisados
el camino hacia su verdad se iluminó
y el despertar de su consciencia
ebrio de luz abrió puertas y ventanas
a un mundo sin igual
en el cual
todo pensamiento
puede hacerse realidad.
©Belinda
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